El experimento de unidad del Pacto Histórico se vino abajo antes de llegar a las urnas. Lo que prometía ser una consulta interna entre Iván Cepeda, Daniel Quintero y Carolina Corcho terminó en una crisis abierta que expone la fragilidad del bloque de izquierda y la incapacidad de su dirigencia para administrar el poder.
La versión oficial apunta a “problemas técnicos” y “falta de garantías logísticas”, pero dentro del Pacto nadie se come ese cuento. Las tensiones por la conformación del tarjetón, la financiación y la influencia de Gustavo Petro en la selección de los precandidatos terminaron por reventar la cuerda.
Quintero habló de “jugaditas de vieja política”, Corcho pidió “transparencia real” y Cepeda, con su tono moderado habitual, intentó mantener la compostura. Pero el daño ya está hecho, pues la fractura es total y los egos se impusieron a la agenda de gobierno.
Desde su cuenta de X, el presidente Gustavo Petro no tardó en reaccionar. Calificó la suspensión como un “sabotaje a la democracia” y advirtió que “quienes impiden la participación ciudadana, temen al voto libre”. Su mensaje, lejos de calmar los ánimos, echó más leña al fuego. Dentro de la propia coalición interpretaron las palabras del mandatario como una defensa tardía y una estrategia para culpar a otros de lo que en realidad es el resultado de una disputa interna sin control.
El tribunal Superior de Bogotá, dió un golpe político contra la Democracia premeditado.
No quieren competir por el voto sino por la trampa.
La constitución ordena que es un derecho fundamental el que las y los ciudadanos puedan formar partidos.
Aquí se conculca el derecho… https://t.co/SXgAABdtvL
— Gustavo Petro (@petrogustavo) October 7, 2025
Mientras tanto, en los pasillos del Congreso y las sedes regionales del Pacto, las culpas van y vienen. Los sectores más cercanos a Quintero acusan a la dirigencia nacional de boicotear su ascenso, temerosos de que se convierta en el “nuevo outsider” de la izquierda. En contraste, los cepedistas hablan de un intento de “cooptación populista” del movimiento, mientras el petrismo puro se debate entre la lealtad al jefe y el agotamiento de un liderazgo que no logra mantener unida la base.
La caída de la consulta no es solo un tropiezo organizativo sino más bien una señal de ‘descomposición política’. Si el Pacto no puede ponerse de acuerdo para escoger un candidato, ¿cómo pretende gobernar con coherencia un país fragmentado? En los círculos políticos ya se habla de una “muerte anunciada” del proyecto petrista y de la apertura de un nuevo ciclo en el que figuras como Quintero buscarán desmarcarse del Gobierno para construir su propio relato electoral.