La primera semana de julio dejó al gobierno de Gustavo Petro tambaleando. La renuncia de la canciller Laura Sarabia, uno de sus cuadros más cercanos, abrió la caja de Pandora. Su salida obedeció a desacuerdos sobre la licitación de pasaportes, que el presidente quería entregar a la Imprenta Nacional, pese a advertencias técnicas. Sarabia decidió irse antes que convalidar lo que consideró una improvisación riesgosa.
Como si fuera poco, la semana continuó con un escándalo mayúsculo: la orden de captura contra Carlos Ramón González, exdirector del DAPRE y mano derecha del presidente. La Fiscalía lo señala por liderar una red de sobornos a congresistas, financiada con contratos fraudulento, lo que deja entredicho la supuesta bandera anticorrupción de Petro.
En el plano internacional, la situación no fue mejor. Estados Unidos retiró la visa a altos funcionarios del gobierno colombiano, incluyendo asesores presidenciales, como respuesta a lo que consideró declaraciones hostiles y prácticas dudosas. En un gesto recíproco, Petro ordenó llamar a consultas al embajador en Washington, elevando la tensión diplomática a un nivel inédito desde hace décadas.
En paralelo, el presidente Emmanuel Macron de Francia lanzó un llamado de atención a Petro, advirtiendo que su retórica contra la justicia internacional podría debilitar la cooperación bilateral y aislar a Colombia en escenarios clave como la COP y la ONU.
A esto se suma el manejo opaco en la captura del criminal alias “el Costeño”, quien tras ser detenido en la Costa Caribe, recibió trato preferencial y cuya extradición fue suspendida sin explicaciones claras. Las voces críticas aseguran que el gobierno está usando capturas para maquillar su debilidad en seguridad, mientras abre canales opacos de negociación con estructuras criminales.
El caso de los pasaportes, lejos de cerrarse con la renuncia de Sarabia, se agravó con el nombramiento de Alfredo Saade como encargado del nuevo proceso. Sin experiencia en el tema y sin garantías técnicas.
Comienza una nueva semana y transcurre el tiempo de cara a la nueva contienda electoral el próximo año; ya veremos cómo el presidente de los colombianos hace frente a las crisis y cumple su promesa de “gobernar distinto” y no se siga convirtiendo en un espejo invertido de lo que él mismo juró combatir.