Reforma tributaria no es solución: ¡El problema es la corrupción!

Por: César Bedoya / Comunicador Social - Periodista. Columnista invitado.

La danza anual de las reformas tributarias en Colombia se ha convertido en un ritual casi tan predecible como el cambio de ropa. Una vez más, el Gobierno de Petro ha puesto sobre la mesa una nueva propuesta fiscal, en medio de un contexto económico complejo y socialmente polarizado. Sin embargo, detrás de esta recurrente búsqueda de mayores ingresos, subyace una pregunta fundamental: ¿es la vía de los impuestos la única solución para los problemas fiscales del país?.

Antes de exigir más recursos a los ciudadanos, el Estado colombiano debe demostrar su capacidad para administrar eficientemente los que ya tiene. La ejecución presupuestal, plagada de ineficiencias, burocracia y gastos improductivos, es una muestra clara de que la casa está desordenada. Es hora de que el gobierno se concentre en optimizar sus procesos internos, en lugar de buscar parches a un sistema que, claramente, no funciona.

La corrupción estatal es otro tema que debe ser abordado de manera urgente. Políticos, funcionarios y contratistas han hecho un fortín de sus fortunas con el erario, que es de todos. Es inaceptable que cada año, los colombianos pierdan más de 50 billones de pesos debido a la corrupción. ¿Cómo podemos confiar en un gobierno que no puede controlar la corrupción?.

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Colombia ha tenido 24 reformas tributarias en el siglo XX y, sin embargo, el país sigue sin resolver sus problemas fiscales. ¿Por qué creemos que esta reforma será diferente? ¿No es hora de cambiar el enfoque y buscar soluciones más profundas?.

Así que la sociedad colombiana ha sido testigo de una larga lista de reformas tributarias, sin que se haya logrado un impacto significativo en la solución de sus problemas fiscales estructurales. La pregunta que surge es: ¿por qué insistir en la misma fórmula? ¿No es hora de buscar alternativas más profundas y sostenibles?.

Es hora de que el gobierno deje de lado los parches y se centre en hacer las cosas bien. La reforma tributaria debe ser el resultado de una profunda reflexión sobre cómo mejorar la eficiencia del Estado, no un simple truco para recaudar más impuestos. Los colombianos merecemos un Estado eficiente, transparente y al servicio del ciudadano. La búsqueda incansable de mayores ingresos a través de nuevas reformas tributarias no es la solución a largo plazo.

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