El manejo de las finanzas personales no es solo una cuestión de números; también está profundamente ligado a nuestras emociones. Según estudios de psicología financiera, hasta el 90% de las decisiones de compra son impulsadas por factores emocionales como el estrés, la felicidad o el miedo. Estas emociones, aunque naturales, pueden nublar nuestra capacidad de analizar objetivamente las opciones y generar hábitos que nos alejan de nuestras metas económicas.
Por ejemplo, el conocido “gasto por impulso” ocurre con frecuencia cuando intentamos compensar emociones negativas como la ansiedad o el aburrimiento. Una oferta atractiva, la promesa de un estado de ánimo mejorado o incluso la presión social pueden llevarnos a decisiones poco meditadas. Esto resulta en problemas como el sobreendeudamiento, que no solo afecta la estabilidad financiera, sino también la salud mental.
Para evitar caer en estas trampas, es fundamental desarrollar una relación consciente con el dinero. Laura Colorado, consultora financiera, nos invita a reflexionar sobre cómo nuestras emociones impactan nuestros bolsillos y a implementar estrategias prácticas para gestionar nuestras finanzas con más inteligencia emocional.