“Clítoris y cerebro”: la frase de Petro que reduce la libertad femenina a una consigna incómoda

En pleno Consejo de Ministros del lunes 15 de septiembre, el presidente Gustavo Petro soltó una frase que encendió los ánimos: “Una mujer libre hace lo que se le dé la gana con su clítoris y con su cerebro… y si sabe acompasarlo, será una gran mujer”.

El comentario, captado en video y replicado por medios y cuentas oficiales, disparó una ola de críticas por su tono paternalista y por convertir la autonomía femenina en una metáfora biológica tan chocante como innecesaria.

La defensa obvia es que el presidente pretendía reivindicar libertades sexuales y reproductivas. Pero el mensaje termina por cosificar: subordina el valor de una mujer a “acompasar” placer y razón, como si la ciudadanía femenina se midiera en un equilibrio íntimo certificado desde el poder.

No es un lapsus aislado, el mismo Consejo de Ministros dejó otras frases desafortunadas y la agenda del Gobierno ya había sido cuestionada por incoherencias con su discurso de “política feminista”, como el polémico nombramiento de un embajador señalado por machismo. La contradicción entre retórica y decisiones erosiona credibilidad.

La ciencia, por cierto, no necesita del guiño presidencial para reconocer que sexualidad y cerebro dialogan: el clítoris —tejido con miles de terminaciones nerviosas— y las redes cerebrales participan del placer. Pero apelar a esa obviedad para definir qué es una “gran mujer” es una salida comunicativa torpe que confunde educación sexual con moral de Estado y retrocede en un campo en el que lo que importa es la autonomía sin tutelas.

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La evidencia médica habla de complejidad; la política, de derechos. Mezclarlas así trivializa ambas.

La frase llegó en vísperas de la descertificación de Estados Unidos a Colombia en la lucha antidrogas —ya confirmada este 16 de septiembre—, un golpe diplomático que exige explicaciones serias y datos, no cortinas de humo virales.

No es casual que parte de la reacción en redes leyera el comentario como distractor de un traspié mayor como lo es cuando la política exterior arde, el país espera liderazgo sobrio, no ocurrencias.

En suma, Petro abrió un debate donde menos hacía falta y cerró otro donde más se le necesita. Las mujeres, y la ciudadanía en general, no necesitan que el poder “acompace” nada; necesitan que cumpla.

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