Quién podría imaginar que el crecimiento incontrolado de las grandes urbes, el incremento del parque automotor, la producción de miles de toneladas de residuos, cambios de temperatura, pérdida del bosque urbano entre otras variables, se convertirían con el paso del tiempo en un campo de estudio por sus graves impactos, especialmente en la salud mental.
En Colombia no son muchos los estudios realizados al respecto, o sea, investigaciones sobre la asociación que podría existir entre la salud medioambiental y las enfermedades mentales, especialmente en estos tiempos donde se ha incrementado de forma alarmante la violencia, el suicidio, la depresión, la esquizofrenia, el síndrome autista, entre otros riesgos de tipo psicosocial y que podrían estar asociados a los parámetros ambientales anteriormente citados.
En contraposición a lo que sucede en el país en materia de este tipo de investigaciones, en el mes de marzo del año de 1999 se llevó a cabo en la ciudad de Taipéi (capital de Taiwán) el VIII Congreso de la Federación Internacional de Epidemiología Psiquiátrica donde se evaluaron múltiples temas, especialmente la influencia del medioambiente sobre la salud mental, o sea, lo que se conoce actualmente como AMBIOMA (totalidad de las condiciones y procesos ambientales que afectan la salud humana e influye sobre los índices de mortalidad y morbilidad) y AMBIÓTICA (el estudio de cómo y por qué se producen tales efectos), y aunque los estudios presentados para tal fecha podrían parecer razonablemente desactualizados, sirven como punto de partida para que futuras investigaciones arrojen información sobre lo que viene sucediendo con la salud mental de los seres humanos y su correlación con factores ambientales de carácter fisicoquímicos y biológicos, tanto del agua, como del aire, del suelo y el correlato alimenticio.
Según las investigaciones presentadas en el señalado congreso, factores contaminantes que distorsionan la calidad del aire atmosférico, tienen graves efectos sobre el sistema nervioso central, además de generar alteraciones psiquiátricas notorias especialmente en la población urbana, en contraposición de sus casi nulas afectaciones sobre la población rural. De contera, la misma carga contaminante de la atmósfera, viene incrementando las enfermedades cardiovasculares, respiratorias y el estrés oxidativo cerebral que podría conducir a graves problemas mentales.
Estudios sobre contaminantes atmosféricos y trastornos mentales realizado por Massimiliano Buoli en el año 2018, señalaron que problemas como la esquizofrenia, el trastorno bipolar, el suicidio y la violencia intrafamiliar estarían asociados a la alteración atmosférica, pero, a su vez, sugiere ahondar en la investigación con estudios más rigurosos para confirmar dicha correlación.
En el mismo año, R. Thompson, R. Hornigold y otros destacados investigadores realizaron una revisión exhaustiva sobre la correlación entre las variaciones de temperaturas ambientales (olas de calor o de frío) y los trastornos mentales, pudiendo establecer cómo, por ejemplo, las altas temperaturas obligaron a muchas personas a acudir a urgencias debido a trastornos mentales producto de severas olas de calor y, a su vez, otras presentaron cuadros esquizofrénicos y trastornos bipolares
Otro agente contaminante, no menos perjudicial, es el ruido y para explicar ello, la Oficina Regional de la OMS para Europa, publicó a finales del año 2018 un documento que soportaba las Directrices sobre ruido ambiental para la Unión Europea, derivadas de estudios sobre fuentes de emisión como aviones (aeropuertos y lugares aledaños), autos, motocicletas y ferrocarriles, estableciéndose que dicho contaminante desencadenaba el consumo de medicamentos psicotrópicos para tratar la ansiedad, la depresión y otro tipo de trastornos mentales, además de encontrar trastornos emocionales y de conducta en la población infantil
Se podría mencionar otros agentes contaminantes que están relacionados con los trastornos mentales de las personas, especialmente en las zonas urbanas, pero es necesario señalar que los estudios científicos deben concentrar grandes esfuerzos en esta área, pues las grandes urbes en el mundo no pararán de crecer, la contaminación ambiental será cada vez mayor, pues el parque automotor también crece exponencialmente y el cambio climático se expresará con mayor severidad con graves efectos, no solo sobre el medio ambiente, sino también sobre la salud mental de los seres humanos.
Fuente de apoyo:
– Salud mental y salud ambiental. Una visión prospectiva. Informe SESPAS 2020. José María Ordóñez-Iriarte