El choque entre Medellín y la Casa de Nariño dejó de ser un cruce de declaraciones para convertirse en una confrontación política abierta. Federico Gutiérrez, alcalde de la capital antioqueña, volvió a lanzar dardos contra la ‘Paz Total’ de Gustavo Petro, acusándolo de “pactar con criminales” y de haber permitido que cabecillas de bandas desfilaran como protagonistas de actos oficiales.
Para Gutiérrez, el Gobierno convirtió a Medellín en laboratorio improvisado de una estrategia nacional que, en lugar de reducir la violencia, legitima a los victimarios y silencia a las víctimas.
El “tarimazo” de la paz urbana
El punto de quiebre fue la presencia de reconocidos cabecillas en escenarios públicos de paz urbana, algunos trasladados desde la cárcel de Itagüí. “Es inaceptable que se les dé tribuna como si fueran líderes sociales, cuando en realidad son responsables de extorsiones, homicidios y desplazamientos”, denunció Gutiérrez.
Que bajo has caído Petro.
En esto consiste el pacto de la picota, traducido en la llamada “Paz Total” de Petro con los peores criminales y consolidándose con el Tarimazo en Medellín con los jefes de las bandas que capturamos en nuestra pasada Alcaldía y quienes me han querido… pic.twitter.com/ST6RLKxxpG— Fico Gutiérrez (@FicoGutierrez) September 20, 2025
La defensa del Gobierno
El presidente Petro y sus voceros insisten en que la ‘Paz Total’ es la única vía para desactivar la violencia urbana. Niegan pactos ilegales y aseguran que los traslados y encuentros hacen parte de un diseño sociojurídico en construcción. Pero hasta ahora no existe un marco legal claro que respalde esa estrategia, lo que alimenta la crítica de que se gobierna a punta de hechos consumados.
Para la oposición, el problema no es el objetivo —la paz— sino la forma. Un proceso sin reglas transparentes, que entrega protagonismo a quienes durante años han chantajeado a la ciudad.
Antioquia, epicentro del pulso
La disputa no es casual. Medellín es vitrina nacional y Federico Gutiérrez se perfila como uno de los opositores más fuertes al petrismo desde las regiones. Cada choque con la Casa de Nariño fortalece su discurso de autoridad y seguridad frente al relato presidencial de negociación y reconciliación.
El Concejo de Medellín y la Gobernación de Antioquia ya sienten los coletazos, sectores políticos exigen explicaciones por la “mesa de Itagüí” y cuestionan por qué se negocia en secreto con estructuras que siguen controlando barrios enteros.